En un solo sorbo de leche encontramos cientos de diferentes sustancias, hormonas, proteínas, grasas, colesterol, virus, bacterias y pesticidas, entre otras. Este caldo de cultivo puede afectar a los consumidores de diferentes maneras.
En la leche de vaca encontramos caseínas, albúmina, lactosa, grasas saturadas, colesterol, calcio, fosforo, potasio, sodio, y vitaminas.

Además de pasteurización la homogeneización es otro proceso que se le aplica a la leche para mejorar su textura y color. En él se reducen el tamaño de las moleculas de grasa y proteínas de modo que antes esas moléculas eran eliminadas por nuestro sistema excretor y ahora pasan las paredes intestinales y entran en el torrente sanguíneo, saturando nuestro cuerpo de proteínas bovinas, grasas saturadas y hormonas. Este es el origen de la gran cantidad de alergias e intolerancias actuales.
El consumo habitual de leche de vaca esta asociado a múltiples dolencias como alergias, asma, problemas gastrointestinales, descalcificación, osteoporosis, hipertensión, problemas otorrinos, ginecológicos, etc.
Además el calcio de la leche de vaca no es muy asimilable por el organismo humano y casi siempre se acumula en los riñones, creando piedras, en las articulacionnes (artritis), en las venas y arterias, y apenas llega nada a nuestros huesos..
Las mejores fuentes de calcio las encontraremos en las semillas, frutos secos, cereales integrales, legumbres y sobre todo en las hojas verdes.
Si aplicamos el sentido común entenderemos que los lacteos son para los lactantes y cada uno que mame de su especie, ¿no?
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